Quiero compartirles un poquito de mi historia, empezando con
el por qué decidí ser vegetariana. Todo inició un buen día que me fui de pinta
con unos amigos de la ESEF (Escuela Superior de educación física) a comer tacos
de carnitas. A pesar de que desde niña
me sentía más inclinada a preferir platillos sin carne (por ejemplo: siempre
prefería unos sopes a unos tacos, ó un plato de espagueti a una carne asada),
como en mi familia comían de todo y mucha carne, pues crecí comiendo
carne. El día de la pinta con los amigos
era de lo más normal, y pues iba con toda la disposición de comer tacos, pero
cuando llegamos al local me encontré con que ahí mismo estaba el cerdo muerto y
estaban quitándole la piel. La escena me
impactó demasiado, no quise pedir tacos y me crucé la calle para comprarme
mejor un yogurt y una barrita en la tienda (ahora sé que tampoco son opciones
muy saludables, pero, bueno… en ese entonces yo no tenía idea de muchas cosas
que ahora sé).
Esa impresión fue el detonante de que haya empezado a crear
conciencia de lo que comía. Todos somos
distintos (mis amigos igual vieron al cerdo muerto y ni se inmutaron y se
comieron alegremente los tacos), pero al menos a mí empezó a desagradarme la
idea de comerme un animal muerto. De ahí
restringí bastante mi consumo de carne, si bien no lo dejé por completo debido
a que me daba miedo que me fuera a faltar algún nutriente.
Fue hasta el 2004, cuando regresando de Juegos Olímpicos de
Atenas, y ya con la idea de retirarme del nado sincronizado, que decidí dejar
de comer carne por completo. Además
también empecé a practicar yoga de forma regular, y con lo poco que empecé a
estudiar sobre filosofía del yoga me convencí de que haría ese cambio. El motivo principal era uno de los principios
éticos que maneja la filosofía yogui que es “ahimsa”, que se traduce como “no
violencia”. Y el matar a un ser sintiente
por la razón que sea se considera violento (después escribiré un artículo más
detallado sobre este principio).
Pero sólo dejé de comer carne y no me preocupé por comer
realmente sano, por lo que empecé a tener algunas enfermedades que no relacioné
con mi manera de comer y mi manera de pensar (en nuestra cultura nunca lo
hacemos, pensamos que nos enfermamos por mala suerte). Por azares del destino encontré información
sobre la alimentación crudivegana, y comí de esa manera religiosamente por aproximadamente
7-8 meses. Mis enfermedades
desaparecieron y bajé de peso muchísimo (yo me sentía excelente, pero en
nuestra cultura no está muy bien visto estar tan delgada), mi práctica de yoga
mejoró demasiado y me sentía en mejor forma que cuando competí en Juegos
Olímpicos. Fue cuando sentí en carne propia la importancia de la alimentación
en la salud.
Pero casi enloquecí, sólo pensaba en comer de manera
correcta, y mi vida giraba en torno a la comida. No presté atención a cuestiones emocionales
que estaba yo tapando con mi actitud de obsesión por comer bien (especialistas
llaman a esto ortorexia). Después entré en una etapa donde, por varias
cuestiones emocionales, me vine abajo, y fue un detonador para que buscara
refugio en la comida. Decidí soltar mis reglas tan rígidas y enfocarme en mis
problemas emocionales. Volví a los
mismos malos hábitos que antes (el pan es mi vicio) y a comer
compulsivamente. Con esto volvieron los
problemas gastrointestinales que habían desaparecido y aparecieron muchos kilos
de más (15 para ser exacta, en 6 meses), de sentirme ligera y con energía,
ahora me siento muy pesada y con sueño todo el tiempo (aun durmiendo 9
horas). Mi práctica de ashtanga yoga
retrocedió varios años (posturas que ya podía hacer fácilmente ahora ya las veo
como un sueño lejano)… en fin, incluso aparecieron problemas que no tenía
antes, como dolor en las articulaciones de los dedos de las manos, y en los
codos. Todo esto me lleva a la conclusión inequívoca
de que somos lo que comemos, y que nuestras enfermedades son un reflejo de
nuestros malos hábitos. En mi caso (lo reitero, no a todos nos funciona lo
mismo) lo que me mantiene sana y alejada de las enfermedades es una
alimentación basada en plantas, con poco ó nada de alimentos de origen animal,
nada procesado ó refinado. Básicamente frutas, verduras y semillas.
Pero así como no soluciona nuestros problemas de raíz el
sólo enfocarnos en sanar nuestra mente y nuestra alma sin cuidar de nuestra
comida, lo mismo es a la inversa: no podremos llegar a ser la mejor versión de
nosotros mismos únicamente prestando atención a lo que comemos sin atender a
nuestra alma y nuestra mente.
Poco a poco este espacio lo voy a dedicar a compartir
información que a mí me ayudó mucho en este camino de sanación, esperando de
todo corazón que a ustedes también les ayude.
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