martes, 16 de enero de 2018

Motivos por los que elijo en esta etapa una alimentación crudivegana

Desde que recuerdo, toda mi vida he estado pensando en actuar de manera correcta, y con miedo a actuar de manera incorrecta.  Pero ahora, cuando me pongo a pensar: ¿por qué lo considerado correcto es correcto y lo incorrecto, incorrecto? Se genera caos en mi mente. Buscando las respuestas en el exterior, me encuentro con muchas, todas ellas contradictorias, lo que genera aun más caos y confusión.  Y de pronto, buscando en mi interior,  una respuesta llega a mí desde un lugar desconocido: correcto es aquello que te ayuda a ser más feliz, a sentirte pleno y dichoso, no con una alegría pasajera y, por lo tanto, falsa; sino con una felicidad y una paz que llena todo tu ser.  Correcto es todo aquello que hago para contagiar mi felicidad a los demás, todo aquello que los ayuda a que lleguen a sentir aquella dicha y plenitud de estar vivos, a encontrarse con la Divinidad. Correcto es todo aquello que hago por proteger a toda la creación; es el grano de arena que aporto para cuidar del medio ambiente en el que vivo.

Esta respuesta de lo que es correcto e incorrecto de ahora en adelante va a ser mi guía para decidir qué hago.  En lo concerniente a la alimentación (que es uno de los aspectos que en mi vida ha tenido mayores repercusiones en mi estado emocional) ahora me queda claro que la alimentación correcta es aquella que me permite tener más vitalidad.   Que me permite ir ligera y con energía por la vida. Que no me anestesia hasta el punto en que no puedo ser consciente ni de mis propios pensamientos ni de mis emociones.  Es aquella que tiene el menor impacto en el medio ambiente.

Lo anterior lo he logrado con la alimentación a base de frutas y verduras crudas.  Casi toda mi vida me he alimentado con alimentos cocinados, con la comida tradicional mexicana.  Es muy rica. Pero me he percatado de que, a menos que comas raciones exageradamente pequeñas, cosa que admito que  casi nunca soy capaz de lograr,  invariablemente me deja con una sensación de pesadez. Después descubrí que esta sensación es la que buscaba inconscientemente cuando tenía lo que yo confundía con “hambre”, pues me dejaba lo suficientemente anestesiada como para no ser consciente de mis pensamientos o mis emociones.  Nunca me di cuenta de ello hasta que cambié a una alimentación crudivegana.  Ya he intentado este tipo de alimentación varias veces en el pasado, e invariablemente caí otra vez en los viejos hábitos.  Yo lo achacaba a posibles deficiencias, a que al estarme reprimiendo generaba un estado de ansiedad tremendo, a que según ayurveda los alimentos crudos desestabilizan el vata dosha, lo que hacía que mi mente estuviera a mil por hora (pues me parecía que cuando me alimentaba así mi mente empezaba a pensar y pensar sin parar). Pero sin embargo era consciente de que mi cuerpo mejoraba considerablemente aun con unos pocos días de llevar esta alimentación, que la gran mayoría de la gente tacha de extrema.  Esto era una gran paradoja: por un lado mi cuerpo se curaba de muchas dolencias, pero por otro mi mente parecía desestabilizarse. 

Hoy  escribo esto porque llevo unos 5 días de alimentación 100% cruda, y, volví a experimentar todo lo que describo anteriormente: Varios dolores han ido desapareciendo, tengo muchísima más energía, la grasa del abdomen comenzó a disminuir, mi piel empieza a mejorar… Y de nuevo descubrí que utilizo la comida para escapar de mis pensamientos y mis sentimientos; y no es que cuando como de forma tradicional mi mente cesa o está más tranquila, o que “las penas con pan son buenas” y que soy más feliz comiendo así: no es cierto que la comida sea la principal y única causa de felicidad en el mundo, sino que para la sociedad es forma temporal de escapar del sufrimiento de la vida.  Por lo tanto en estos días decidí  hacer frente a todo ello.  Decidí tener el valor de sentir mi tristeza, mi frustración, mi enojo, de llorar hasta que se me terminaran las lágrimas (lo que no hacía desde hace mucho tiempo, pues siempre me aguantaba… y mejor comía un buen postre); tener la valentía para observar mis pensamientos sin juzgarlos, dejando que se presentaran así, en su cruda realidad.  Y vi cómo al poco rato todo desapareció, dejando lugar a una calma y una paz que tampoco había conocido.  Dejando paso a la certeza de que aquella Inteligencia que creó todas las cosas, Aquello que no sé cómo nombrar, Eso que creó el mar, los árboles, las flores, los planetas, las galaxias, las estrellas… esa Inteligencia también me creó a mí, esa Inteligencia  me dio consciencia con el único fin de percatarme de Ella, esa Inteligencia vive en mí y en cada uno de todos los seres de Su creación, está en todo y en todos, y es la que mueve a todo y a todos.  No hay nada que no contenga a Eso o que esté fuera de Eso (algo así ya lo había leído en el Kybalión, pero no es lo mismo leerlo que sentirlo). 


Por lo anterior, ahora sé que, en lo que respecta a la alimentación, hoy elijo comer para cuidar  mi salud y la del planeta, elijo no anestesiarme, elijo sentir, elijo estar alerta, elijo observar sin juzgar, elijo disfrutar de lo que tengo hoy, elijo ser consciente, elijo no preocuparme del futuro, pues siempre es Hoy.  Elijo despertar.