viernes, 25 de septiembre de 2015

Lo que me enseñó mi hijo acerca de lavar los platos

Ahora que soy mamá puedo decir que los hijos son nuestros mejores maestros. ¡Vaya que el mío está haciendo muy bien su trabajo!  Conforme Gian ha ido creciendo he podido darme cuenta de varias cuestiones:
Yo creo que nacemos perfectos.  Siento que cuando recién llegamos al mundo, traemos un estado “puro” de la mente (no tenemos prejuicios, miedos, ideas preconcebidas), y ese estado mental nos permite vivir en el llamado “paraíso” ó “reino de los cielos”.  Y basta con ver a los niños para comprobar que esto es cierto: todo aquello que hace feliz a un niño son cosas sumamente simples, como ver las hormigas pasar, brincar en los charcos, jugar con la arena, un abrazo, un beso, una canción… Incluso los hace felices hacer cosas que a nosotros adultos nos desagradan: lavar los platos, hacer mandados, barrer.  Con esto no quiero decir que los niños son felices siempre, ya que también se enojan (y ¡de qué manera!) y se entristecen, pero la dualidad es parte de la vida: día y noche, frío y calor, invierno y verano… Así como no puede ser de día todo el tiempo, creo que por naturaleza tampoco tenemos que estar alegres todo el tiempo, la cuestión es el balance entre cada una de nuestras emociones.  Los niños realmente viven su alegría, su tristeza y su furia con total intensidad.
Conforme vamos creciendo, vamos llenando nuestra mente de etiquetas, de prejuicios, que muchas veces no nos dejan ver la vida como lo que realmente es, y nosotros mismos vamos creando nuestro propio “infierno”.  Por poner un ejemplo: hace poco enseñé a Gian a lavar un plato, ¡y estaba muy feliz!, le pareció tan divertido mojarse las manos, jugar con la espuma del jabón, y quitar la mugre del plato para que quedara limpiecito.  Creo que es el caso de todos los niños, seguramente a mí en algún momento de mi infancia me parecía igual de divertido… Eso me hizo preguntarme: ¿en qué momento se pierde la magia?  ¿por qué después  lavar platos lo consideramos una actividad desagradable, que preferimos evitar?  ¿en verdad es desagradable? ¿o es que decidimos que es desagradable porque vimos que alguien estaba enojado y refunfuñando porque tenía que lavar los platos? (los niños todo copian, ¡TODO!)  Ayer mientras lavaba los platos en la noche, y estaba lamentándome de mi triste vida en la que tengo que lavar platos todos los días y todas las noches, me acordé de Gian, y me dije: “a ver Larissa, ¿qué es lo desagradable de lavar platos? ¿qué tanto realmente te puede cansar? Exactamente, qué es lo que te molesta de lavar los platos?”  Y me dí cuenta de que sólo son las historias que me cuenta mi mente las que me hacen desdichada, que en mi poder está ser feliz ó estar enojada mientras lavo los platos… de hecho puedo estar tan divertida como Gian.  Lo único que tengo que cambiar son mis pensamientos y mi actitud hacia esa actividad.

Y creo que lo mismo es con cada aspecto de nuestra vida.  No es fácil, pues tenemos que aprender a vivir en el momento presente, y eso es de las cosas más difíciles que he intentado hacer (otra cosa que los niños hacen a la perfección).  Pero conforme lo vamos logrando, podemos ir perfeccionándonos y evolucionando, logrando la total sanación del Ser.

1 comentario:

  1. La clave de esta idea se basa en volver a sentirse emocionado por una actividad o por el propio trabajo como la primera vez y a su vez, sobrellevar mejor los problemas y encontrar soluciones creativas. Excelente artículo Larissa. Felicidades

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