martes, 22 de septiembre de 2015

Competir vs. compartir

Como atleta crecí con la idea (inculcada también por mi familia) de que la vida es una competencia, que siempre tenemos que demostrar que somos mejores que los demás. Como resultado de esa mentalidad me volví una persona un tanto aislada, egocéntrica, orgullosa, con muy pocos amigos y comedora compulsiva. Ahora entendí que es mejor cambiar la mentalidad: sí debemos de buscar ser mejores cada día, pero no con el móvil de sentirnos más ó mejores que los demás, pues, después de todo, todos tenemos una misión especial en esta vida.  Me gusta pensar que somos como piezas de un rompecabezas, que cada pieza tiene su sitio y su pedacito que aportar al cuadro general, pero no se puede decir que una pieza sea mejor que la otra, ó que una es más importante que la otra.  De igual manera, en nuestra sociedad, todos y cada uno de nosotros tenemos un papel importante que desempeñar, y es muy triste el ver que los que están en una situación que se considera privilegiada se sientan superiores ó más importantes que los que se dedican a labores consideradas inferiores. 
Imaginemos por un momento que, de pronto, toda la gente sea “superior”, y por lo tanto ya no hay quien quiera trabajar de barrendero, ó en el camión de la basura, ó en el campo, ó limpiando los baños de los centros comerciales ó de cualquier espacio público… ¿Qué sería de la vida de aquellos que son “superiores”? con las calles sucias, la basura amontonada por doquier, los baños inutilizables y, lo peor de todo, sin algo que comer (pues incluso la comida procesada necesita de la materia prima, que viene del campo).  Todos necesitamos de todos, y nuestra sociedad sería mucho mejor si cada uno de nosotros tuviera más mentalidad de compartir lo mejor de uno mismo con los demás, en vez de competir y sentirse superior sólo porque tenemos un mejor auto, mejor ropa ó mejor casa, ya que eso no es sinónimo de ser mejores personas. 
Ustedes se preguntarán qué tiene que ver esto con la nutrición ;)  ¡Mucho!  Les explico: Todos sabemos cuáles son los alimentos que nos convienen, nos sentimos mejor comiendo más frutas y verduras y nos sentimos muy mal comiendo comida chatarra.  Pero… ¿por qué la mayoría de la gente luchamos todo el tiempo con nuestros malos hábitos alimenticios? ¿Por qué, si sabemos que nos hacemos daño comiendo garnachas en demasía, lo seguimos haciendo?  Generalmente tenemos la idea de que es porque nos gusta más el sabor de la comida chatarra, y que la comida sana es aburrida.   Pero va mucho más allá de eso (pues la comida sana también puede llegar a ser deliciosa).  Generalmente comemos mal y/ó en exceso porque nos sentimos aislados, porque nos sentimos solos, porque no hemos encontrado significado a nuestra vida, porque nos sentimos amenazados por el mundo, tenemos miedo, porque estamos huyendo de nosotros mismos y nuestras emociones, porque hemos dejado de creer en Dios, porque hemos dejado de disfrutar la vida, porque hemos perdido el rumbo teniendo como único objetivo principal un mejor carro, mejor ropa, mejor casa, y nos hemos perdido a nosotros mismos.  Tenemos miedo de que si somos nosotros mismos los demás nos juzguen, tenemos miedo de no encajar… cuando somos nosotros mismos quienes más nos juzgamos, quienes sentimos que no encajamos porque estamos desconectados de nuestra esencia.  Todo lo anterior porque tenemos esa mentalidad competitiva, de sentirnos mejores que los demás.
Con lo anterior no quiero decir que sea malo tener una bonita casa, un bonito coche y podernos dar la buena vida, ó que hay que rechazar lo material para considerarnos buenas personas.  Cuando estas cosas vienen por añadidura de hacer un buen trabajo, de colaborar con algo grande y bueno en pro de la humanidad, ¡perfecto!.  Pero cuando el hecho de “poseer” se convierte en el único objetivo de nuestra vida, es ahí cuando nos perdemos, y nos causamos todo tipo de sufrimientos, y uno de ellos es utilizar la comida (ó el alcohol, las drogas, el sexo, etc.) para tapar el gran vacío que sentimos por dentro.

Y por eso yo los invito a mejor ver la vida con la mentalidad de compartir, y no competir con los demás, ya que todos somos piezas de un mismo rompecabezas, y todos somos únicos e importantes.

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