En esta
apresurada vida muchas veces hacemos de lado cosas que tienen gran importancia
por lo simples que son, sin darnos cuenta del gran impacto que éstas tienen en
nuestra vida. Una de ellas es el arte de
masticar.
Si bien es
cierto que somos lo que comemos, también lo es que somos lo que
asimilamos. Si comemos sanamente tenemos
resuelta una parte de la ecuación, pero la otra parte, igualmente importante,
es cuánto asimilamos de ese alimento.
La digestión
es el proceso mediante el cual los alimentos se transforman en sustancias más
sencillas que sean asimilables para nuestro organismo.
A nivel
fisiológico: la correcta masticación es importante porque al mezclarse el
alimento con la saliva empieza el trabajo digestivo: la saliva contiene algunas
enzimas, principalmente la amilasa, que ayuda a desdoblar los almidones en
moléculas más sencillas. De la misma
manera, pensemos que el estómago no tiene dientes, y que tragar pedazos grandes
de comida puede provocar que éstos no alcancen a digerirse del todo, y pueden
quedar atascados en nuestros intestinos; y, por ejemplo, ¿qué pasa si dejas la
comida a la interperie en un ambiente cálido y húmedo? Seguramente empieza a
oler mal, a descomponerse, a podrirse… ¡pues exactamente eso es lo que pasa en
los intestinos cuando la comida no puede digerirse correctamente! Y esa
descomposición es la causa de muchos malestares como los gases, la distención y
la pesadez, síntomas que desgraciadamente
tomamos como algo normal. Por lo tanto, la correcta masticación en un requisito
indispensable (aunque no el único) para una correcta digestión.
A nivel
energético: todos los alimentos contienen prana (energía vital, chi para los
chinos), y así como al respirar absorbemos prana del aire, cuando comemos
absorbemos prana por la boca: mientras más tiempo retenemos el alimento en la
boca, más prana absorbemos. Yogui
Ramacharaka, en su libro “Hata Yoga” nos dice que lo más importante para los
yoguis a la hora de comer es el masticar los alimentos despacio, con
conciencia. Que se debe masticar el
alimento hasta que sea totalmente líquido en la boca y vaya desapareciendo poco
a poco. Que mientras el alimento tenga
sabor, tiene prana que podemos absorber, y esto sólo sucede en la boca.
Así que te
propongo el siguiente ejercicio (de preferencia realízalo en un momento en que
te encuentres sólo, y en calma): Toma una porción pequeña de algún alimento que
te guste, y mastícalo aproximadamente 100 veces (claro, pueden ser más ó menos,
dependiendo del alimento: menos si es alguna fruta, ó más si es algún alimento
con almidón ó carne). Observa mientras
lo masticas cómo cambia su consistencia, siente y disfruta al máximo su
sabor, observa si ya se deshizo por
completo ó aún quedan trozos un poco enteros (piensa que debe quedar totalmente
líquido). Nota que poco a poco va
desapareciendo de tu boca sin que tengas que tragarlo conscientemente.
Si logras
comer así todo el tiempo, no vas a tener que preocuparte por comer en exceso,
empezarás a intuir qué alimentos y en qué cantidades necesitas, y tu cuerpo se
mantendrá en su peso natural. Incluso
puedes darte un gusto de vez en cuando con algún postre: Verás que si lo comes
así no puedes comerte más que una porción muy pequeña. ¡Disfruta comiendo!
Namasté
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